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Los materiales de polímero reforzado con fibra (FRP) están remodelando las industrias con su resistencia superior, propiedades livianas y resistencia a la corrosión. Los avances recientes en la tecnología FRP están impulsando el crecimiento en los sectores de la construcción, aeroespacial y automotriz, permitiendo la sostenibilidad junto con el rendimiento.

El refuerzo ligero y sin corrosión reorganiza las prioridades de infraestructura global

Recientemente, el código de esquina de moldeo por inyección ha recibido una amplia atención en el campo de los materiales de construcción de puertas y ventanas en virtud de su rendimiento estable y ventajas de costos.

Además, los rectángulos de FRP son resistentes a la fatiga y pueden soportar cargas cíclicas repetitivas; tener una alta flexibilidad de diseño y se puede personalizar de acuerdo con requisitos específicos; tener un buen aislamiento eléctrico y se usan comúnmente en recintos eléctricos; tener un buen aislamiento térmico, lo que ayuda a mejorar la eficiencia energética; son no magnéticos, lo que juega un papel importante en los campos de equipos médicos y productos electrónicos; y son resistentes a la intemperie, lo que puede someterse a la radiación ultravioleta, la humedad y los cambios de temperatura a largo plazo.

Con el desarrollo acelerado de la industria de vehículos de nueva energía, la seguridad de las baterías eléctricas y el aligeramiento se han convertido en direcciones centrales de I+D para el sector. Recientemente, los FRP (materiales compuestos reforzados con fibra) han logrado una aplicación a gran escala en los paneles laterales de baterías de vehículos eléctricos debido a sus ventajas de rendimiento multidimensionales. Esto proporciona un apoyo fundamental para la protección de la seguridad del sistema de baterías de energía y la mejora general de la eficiencia energética del vehículo, atrayendo una atención generalizada de la industria.

La historia del FRP (polímero reforzado con fibra) comenzó ya en el año 3400 a.C. Los antiguos mesopotámicos fabricaban madera contrachapada pegando tiras de madera en diferentes ángulos, y los antiguos chinos usaban paja mezclada con arcilla para construir casas. Todas estas fueron prácticas tempranas de materiales compuestos naturales. Los arcos compuestos de los guerreros mongoles en el siglo XII d.C. fueron aún más ejemplares. La combinación de núcleos de bambú, cuernos de buey y colofonia creó un arma poderosa con un alcance de casi 500 yardas y su fuerza era comparable a la de los productos modernos.